En los ruedos literarios nadie dice (mirando hacia afuera, claro) que ese volumen tan vendido, con su hercúlea tapa y su faldón con cifras, no es sino un rapsódico, al tiempo que pueril, descalabro siquiera apto para bulbos febles y conciencias en grado elemental de desarrollo. Por supuesto, eso significaría ofender a tanto parroquiano que atesora y goza con semejante tipo de obras, ese mismo (generalmente misma, consta por ahí) con el que, al cabo, ningún autor de prosa mínimamente solícita osa enemistarse. Y es que, por muy estupendos que se pongan los plumíferos de pretendido alto vuelo, al final es raro que no acaben limosneando, como todos, los favores de esa turbamulta negada para distinguir entre la mansedumbre de un párrafo gangoso y una trufa literaria camuflada tras la resaca de un rodillazo en el píloro. Por supuesto que disfrutaría como un marrano leyendo a un Saramago vilipendiar los tochos de Zafón, pero nunca ocurrirá, ya que, aparte de fanegas y fanegas de gandules sin curiosidad ni mierda en las tripas, ambos comparten demasiado, pese a que uno se beneficie más. Pero como rascando ahí terminaría en el mercachifleo de la página, pues mejor ni entrar; que al final importa lo mismo un Planeta que un Nobel, un Nadal que un Wimbledon. Y hablo yo, cuidadín, desde esta calamidad de verbo que, supongo, en algún momento les animará a esfumarse de aquí por los restos. Y muy bien que harán.
Por cierto, lectores de Zafón, editores de Saramago: me caéis de la hostia.
En las películas de John Ford, cuando los personajes abren una ventana, tienen ante sí grandes praderas y la esperanza de encontrar en ellas un mundo mejor. En las mías lo hacen con precaución, ya que podrían toparse con una bala perdida.
Sergio Leone.
ÉSTA ES LA GRUTA DE...
KONIEC PANTAU
(Zentropa, Siglo XX). Mustio, átono, transversal, revirado y meafiestas, en uno de sus maratones insomnes decidió abrir la presente escurridera de textos superfluos y deformes. Harto de su sombra sobre las teclas, duda que algún día deje de sentirse incómodo consigo mismo, pero, de momento, espera que este colmado logorréico le ayude a saber si la escritura súbita acentúa o mitiga dicha sensación. Por decir algo.
1 comentario:
Se parecen en que los dos son pesaos. Poca cosa más.
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