jueves, 5 de marzo de 2009

El todo por la parte

En madrugadas de párpado a media asta el recuerdo confunde eso que en ciertos ayeres consideré sustento y mucho de lo que hoy asumo en clave de simple desperdicio vital. Minutos de la basura que hace tiempo pasaron de castaño a oscuro, hoy se creen tiranos y, lo que es peor, yo acabo consintiendo. Pero no ahondo, que me añusgo.

Espurgando peculiares entre adocenados, uno se arriesga a trompicar con ralea capaz de proclamarse parroquiano de Calíope, para, a continuación, escamotearte un chanchullo en voz baja y con aliento de sumidero. Y mientras, eso sí, yo como un palo, no vaya a ser que salga movido en la foto; o sea, culpable. En el fondo, tampoco sufrimos tanto en minoría, ni yo es que haya ido derrochando por ahí favores o condenas.

Luego me pongo a escuchar, una vez y otras, el tema principal de Faccia a faccia de Morricone y Dell'Orso, hasta que atisbo una desteñida semejanza con aquella escena de La habitación del hijo donde Nanni Moretti, obsesivo pero en absoluto enajenado, exprimía el jugo a un breve fragmento del Water Dances de Nyman. Y pienso, a saber porqué, en su barba despoblada de canas; opaca y trazada con tiralíneas, como sólo lucen las barbas en celuloide. Aunque lo extraño, y a éso iba, es que siendo su hijo muerto de mentira unos siete años mayor que el mío, más vivo que la vida misma, mi barba, en cambio, parezca ya una de esas nevadas viñetas de Tintín en el Tíbet que tanto me angustiaron de crío. ¿Cómo puede alguien no sentir un aguijonazo de pavor ante la premonición, ante el mero apunte de existencia, de un blanco absoluto?

Una vez le pregunte a otro padre, de cronología parecida a la mía, si era capaz de agotar algún día sin imaginar a su hijo muriendo; tanto en imagen como en argumento. Contestó que no, que ya eran ganas... y pasó a mascullar certezas sobre la telaraña mediática y el sistema de partidos, y cómo ello colaboraba a que ya no hubiera más verdad que la opinión pública. En su exposición todo me pareció fabuloso, excepto la paulatina sospecha de que uno de los dos debía ser menos humano que el otro. Huelga decir que aún dudo quién.

No hay comentarios: